miércoles, 27 de marzo de 2024

La sociedad de la nieve (Mi punto de vista)


Más allá de los galardones y estatuillas que pueda acumular, esta película trasciende como una obra digna de ser vista y meticulosamente analizada.

"Todo comienza un viernes 13 de octubre de 1972," cuando un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, errando su destino por un fallo de navegación, se precipita en las montañas de Los Andes. De los 45 almas a bordo, solo un puñado de jóvenes, miembros de un equipo de rugby de Montevideo, desafían la muerte.

Durante 72 días, estos jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 18 y 27 años, se enfrentan al abismo del frío, la ausencia de alimentos y la desolación, hasta que finalmente son rescatados.


La trama de **"La sociedad de la nieve"**, la nueva película de Netflix, captura al público con su narrativa conmovedora e introspectiva. La historia detalla la odisea de los supervivientes en el Valle de Las Lágrimas, relatada por ellos mismos.

Dirigida por el cineasta español Juan Antonio Bayona, la película se ha ganado un lugar en la lista preliminar de nominados al Oscar 2024 y ha competido en los recientes Globos de Oro. Su éxito no se limita a la aclamación popular que la catapultó al número uno en la plataforma de streaming, sino que también ha conquistado a la crítica especializada.


**"La Sociedad de la Nieve"** narra la historia real de un accidente aéreo que conmocionó al mundo. Si ya la has visto y deseas profundizar, te invito a explorar ciertos momentos y datos curiosos sobre la historia y su producción.


Desde una perspectiva personal, como uruguayo y conocedor de la historia desde mi infancia, deseo resaltar aspectos que me han marcado profundamente.


Numa Turcatti, el personaje central, no pertenecía al grupo original. Su sacrificio, encapsulado en la frase

 **"No hay amor más grande que el que da la vida por los amigos**, resuena a lo largo de la película. Turcatti, ajeno a la tripulación, al equipo de rugby y sin lazos previos con los demás jóvenes, se convierte en una figura clave durante la tragedia, gracias a la invitación de sus amigos Pancho Delgado y Gastón Costamalle.


El libro de Pablo Vierci, periodista y escritor uruguayo, sirve de inspiración para la película. Vierci, compañero de escuela de los sobrevivientes, recopiló sus testimonios años después para su obra, y participa como productor asociado, aportando autenticidad a la narrativa.


La película también rinde homenaje a José Luis “Coche” Inciarte, quien, enfrentando el cáncer, fue el primero en ver la cinta por promesa del director Bayona. Inciarte falleció poco después, el 27 de julio de 2023, en Montevideo.


Con una inversión de $66 millones, se convierte en el largometraje español más costoso de la historia, superando a "Agora". La producción se llevó a cabo en la Sierra Nevada de España, con escenas adicionales filmadas en Montevideo, Chile, Argentina y el mismo Valle de las Lágrimas, visitado en la época del año en que ocurrió el accidente.


La filmación se extendió por la majestuosa Sierra Nevada de España, y se aventuró más allá, en Montevideo, Uruguay, Chile y Argentina, incluso en el escenario real de la tragedia: El valle de las lágrimas. Allí, en un acto de fidelidad al tiempo, visitaron el lugar en la misma estación en que el accidente se cobró sus víctimas.


La visión de Bayona para esta producción nació mientras filmaba "Lo imposible", y tras una década de gestación, el proyecto cobró vida. Un extenso casting de seis meses vio desfilar a más de mil actores argentinos y uruguayos, seguido de siete semanas de ensayos y 141 días de rodaje, acumulando 600 horas de material, incluyendo 100 horas de entrevistas con los sobrevivientes y sus familias.


Michael Giacchino, laureado con un Oscar por su trabajo en "Up", compuso la banda sonora, sumergiendo a la audiencia en la profundidad emocional de la historia. La cronología del rodaje exigió de los actores una transformación física, una dieta rigurosa que les hizo perder más de 20 kilos, emulando la desnutrición de los verdaderos sobrevivientes.


La presencia de los sobrevivientes reales añadió una capa de autenticidad a la narrativa. Carlos Paéz, el más joven de los pasajeros, interpretó a su padre, el artista Carlos Paéz Vilaró, en una escena crucial. Nando Parrado y Roberto Canessa, cuyas vidas tomaron rumbos distintos tras el accidente, también hicieron apariciones simbólicas, conectando el pasado con el presente.


La voz de Thomas Friedman, que una vez anunció la lista de sobrevivientes, resonó de nuevo medio siglo después, recreando la histórica transmisión. La película culmina con un gesto de memoria y honor: Gustavo Zerbino se niega a partir sin una maleta llena de recuerdos de los fallecidos, un tesoro de legados personales.


Los cigarros, que sobrevivieron al paso del tiempo gracias a Javier Methol, se convirtieron en una moneda de cambio y supervivencia, reflejando la escasez y la astucia en tiempos de crisis.


A poca distancia del lugar del accidente, las ruinas del Hotel Termas cuentan su propia historia de aislamiento y olvido, con su piscina termal, ahora un eco silencioso de lo que fue.



En la semi oscuridad de mi habitación, con la luz tenue de la pantalla iluminando mi rostro, me encuentro sumido en la contemplación de “La sociedad de la nieve”, una vez más. La película, más que un relato de supervivencia, es un espejo del alma humana, una ventana a la resiliencia y al espíritu indomable que reside en cada uno de nosotros.


Recomiendo ver esta película no sólo por su mérito artístico o su fidelidad histórica, sino por la manera en que despliega ante nosotros el tapiz de la condición humana, explorando los rincones más oscuros de la soledad y la desesperación, pero también, celebra los destellos de esperanza y la fortaleza encontrada en la conexión con los demás.


Es una obra que nos obliga a enfrentarnos a nuestras propias montañas y valles interiores, a reconocer la fragilidad y la fuerza que coexisten en el corazón humano. Por eso, y por la resonancia de su mensaje en nuestra propia realidad, es que insto a cada espectador a sumergirse en esta experiencia cinematográfica.


Así concluyo, con la certeza de que “La sociedad de la nieve” es más que una película; es un testimonio de la capacidad humana para enfrentar lo inimaginable y encontrar luz en la más profunda oscuridad.


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